Misa Octava de Pascua

¡Alegrémonos!  ¡Es la Pascua del Señor y nuestra Pascua! ¡Aleluya!

Las lecturas siguen mostrándonos el poder transformador de Jesús Resucitado; los discípulos siguen testimoniando con valentía su fe y las muchedumbres abren el corazón al Señor. El evangelio nos contó la experiencia de los discípulos en el lago de Tiberíades.  Han pescado en vano la noche entera.  Al amanecer, Jesús Resucitado, que los ha acompañado paso a paso, les grita desde la orilla: <<¿Tienen algo para comer?>>; y les indica lo que tienen que hacer.  Ellos, en obediencia, echan la red, y la pesca es abundante.  La palabra de Jesús y su fe obediente a él ha dado fecundidad a sus pobres esfuerzos humanos.  Cuando se encuentras con Jesús, celebran juntos la abundancia de la vida que él les ha dado.

Agradecemos al Club de Ecología quien colaboró en la animación, lecturas y ofertorio en esta liturgia.  También a Padre Oscar Vázquez, provincial electo de la provincia marianista de Estados Unidos, quien concelebró y compartió con nosotros la eucaristía.  El Padre Armando Añeses celebró la liturgia eucarística.

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